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Leyendas Urbanas: La Chica De La Cazadora

abril 18, 2007

Otra de las leyendas mas clásicas, de las cuales además veremos varias versiones.

 Cuentan de un chico que, por motivos de trabajo, se trasladó a otra ciudad, y estando un a noche tomando una copa en un bar cercano a la casa que tenia alquilada, conoció a una chica encantadora, misteriosa, bellísima, con un aire nostálgico y soñador. Su nombre era Claudia

Pasaron gran parte de la noche juntos; hablaron de mil cosas, de sus vidas, de los sueños que nunca cumplieron, de los que les gustaría hacer realidad. Se conocieron a fondo

A altas horas de la madrugada, la chica le dijo al muchacho que lo sentía, pero que tenía que marcharse. El chico intentó disuadirla, retenerla; había encontrado un ser maravilloso, y no quería dejarla escapar. Le dijo que la llevaría a casa, pero ella se negó, que cogería un taxi. Él la acompañó a la calle, a la puerta del bar. Tengo frío, le dijo ella entre susurros; toma mi cazadora, ya me la devolverás, de este modo tendremos una excusa para volver a vernos; te parece?.

Ella accedió con una sonrisa. Se colocó la cazadora del chico sobre los hombros, al tiempo que escribía en una pequeña hoja una dirección.

Toma, pasa esta tarde por aquí y te devolveré la cazadora, y ahora márchate, que es tarde, y yo esperé aquí en la puerta del bar a un taxi. Aunque el trato de acompañarla hasta que llegara el taxi, ella se negó, y el chico no tubo mas remedio que marcharse. No obstante, se marchó feliz, ya que al día siguiente volvería a verla.

Se dijeron adiós con la promesa de volver a encontrarse aquella tarde. Las horas se hicieron eternas para el chico, esperando que llegara el momento de encontrarse de nuevo.

Cuando llegó a la dirección que Claudia había escrito, se quedó desconcertado. Estaba delante de un cementerio. Al principio imaginó que se trataba de un error; quizás lo había escrito mal; seguro que había una explicación lógica.

Algo le empujaba a entrar en el recinto, notaba un extraño magnetismo que le empujaba a cruzar la puerta.

Entró, y sin saber bien por qué, buscó compulsivamente por todas las calles del cementerio. Nicho por nicho, tumba por tumba. Una lápida de mármol blanco, una sencilla foto, y una breve inscripción:

«Claudia Serrano, abril del 65; enero del 2004. Nunca te olvidaremos».

Notó como algo dentro de él se rompía en mil pedazos. La chica de la foto sin duda, era aquella muchacha que había conocido horas antes.

Al lado de un marchito ramo de flores; su cazadora impecablemente doblada.

Otra versión de esta historia. Quizás además, sea la versión mas extendida:

En los años ochenta, la discoteca Androides era una de las mas conocidas de la ciudad de Madrid. Estaba situada en la Calle Alfares muy cerca de un cruce de calles denominado popularmente Cuatro Caminos. Muchos son los hechos extraños que se contaron acerca de ese local. Algunos hablaban de vasos que se estallaban sin nadie tocarlos. Una joven describió perfectamente como de los baldosines de las paredes del cuarto de baño brotaban chorros de sangre. Alguien contó que durante un apagón durante una nochevieja un frio intenso recorrió todo el local e hizo que las copas se congelaran en las manos de la gente en cuestión de segundos.

De todas maneras la historia mas extraña y terrorífica de la que tenemos noticias, y que según muchos fue la causa de su cierre, fue la historia que narramos a continuación con nombres supuestos ya que los protagonistas son una familia muy conocida en la ciudad:

La noche de un sábado cualquiera de invierno Pablo conducía su moto hacia la discoteca Androides. Aquella noche, sus amigos no habían regresado a Madrid, pues estaban estudiando fuera, pero Pablo decidió tomar una copa con la esperanza de encontrar otra alma solitaria con quien hablar. De repente, cuando enfilaba la calle Alfares, un fuerte aguacero comenzó a caer sobre la ciudad. Gracias a Dios, Pablo estaba muy cerca de la discoteca, así que aparcó su moto en un callejón cercano llamado Cerrillo de San Roque y bajo una cornisa, comenzó a atar con su cadena, los radios de la moto al poste de una señal de tráfico.

De repente un escalofrío rozó su nuca y miró atrás. La sombra de una joven de unos dieciséis años, vestida con una leve blusa de seda y una falda también de tela muy ligera estaba observándole. La chica estaba totalmente calada. El agua caía de su pelo rubio y lacio sobre sus hombros, y el color de rímel de sus ojos formaba un reguero de lágrimas negras sobre su cara. Pablo, se puso en pie y viendo que la chica temblaba, se quitó su chaqueta motera de cuero y se la echó encima. Pablo le sugirió llevarla a su casa pero ella se negó, así que la invitó a entrar a la discoteca y tomar una copa. La cara de la muchacha era pálida y triste, pero esgrimió una leve sonrisa y entró junto con el chico al local. Allí conversaron durante horas y casi a las cinco de la mañana, Pablo cogió su moto y la llevó hasta su domicilio. Una pequeña casa baja, en la calle de la Luna. Allí en la puerta, la muchacha cuyo nombre no había preguntado le dio un pequeño beso en la mejilla y le entregó una fotografía de carnet.

Al día siguiente, Pablo, muy ilusionado por tener una nueva amiga que además le gustaba como no le había gustado otra mujer en su vida, se encaminó hacia la casa de la muchacha. Tras llamar varias veces, una mujer de unos cincuenta y muchos años abrió la puerta. -¿Está su hija? – Preguntó Pablo. – No haga usted bromas, joven – Contestó la mujer – Mi hija murió hace tres años en un accidente de moto.- Pablo no daba crédito a lo que oía. La foto que había colocado bajo su almohada coincidía con la hija de aquella triste señora. Pablo no se resignaba y creía que todo era una macabra broma. Tan empeñado estaba Pablo en su afirmación que la mujer le acompañó hasta el cementerio. Allí sobre una tumba con el nombre de la chica estaba colocada la chaqueta que la noche anterior le había prestado.

Ahora Pablo continúa en tratamiento psiquiátrico. Tras conocerse la historia que incluso salió publicada en la prensa local, la discoteca Androides cerró. La joven fantasma dicen que hoy sigue vagando por la zona y a veces, las noches de lluvia algunos motoristas al parar en el semáforo de Cuatro Caminos creen ver a una joven vestida de seda que calada hasta los huesos se esconde entre los bancos y los árboles de la plaza de Zamora.

Otra versión mas:

Un día una amiga me contó una historia sobre su primo:

 

Todo empezó cuando su primo, llamado José, fue a una discoteca con unos amigos. José vio a una chica con el pelo largo y negro, y la cara blanca como la nieve. Llevaba un vestido blanco largo hasta los pies, parecido a un camisón. José la invitó a unas copas y al ver su pálido rostro, penso que tendría frío, así que le prestó su chaqueta.

 

A la una de la mañana la chica se tenía que ir, José le dejo la chaqueta y le dijo que la iría a buscar a su casa al día siguiente. Y al día siguiente fue a su casa, habló con los padres de la chica, y estos le dijeron que su hija hacía dos años que había muerto. Ese mismo día por la tarde José fue al cementerio, y allí estaba… la tumba de la chica, con la fecha en la que falleció (1999) y su chaqueta encima de la lápida.

4 comentarios

  1. hola a todos a mi me parece q es una exelente leyenda pero me quedo una duda
    q es el por q regreso la chica de la muerte si ella esta muerta


  2. hnhh


  3. son leyendas urbanasssssss, y tu solo crees lo q tu imaginacion quiere. lo intentas??????


  4. Muy larga..



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